En días de sol intenso, lo último que queremos es prender el horno. Pero si eres amante de los postres como yo, sabes que una comida no está completa sin ese toque dulce al final. Por eso, hoy quiero compartir contigo una de mis recetas preferidas para el verano (¡o cualquier momento!): cheesecake de arándanos sin horno.
Este postre tiene todo lo que me gusta: es fresco, cremoso, sencillo y siempre roba sonrisas. Además, puedes prepararlo con anticipación, dejarlo refrigerando y sorprender a todos al final del almuerzo o en una tarde con amigos. No necesitas herramientas complicadas ni ingredientes difíciles de conseguir. Solo un poquito de cariño y muchas ganas de compartir.
¿Por qué un cheesecake sin horno?
La primera vez que lo preparé fue un día en que hacía demasiado calor y no quería complicarme la vida. Pensé en algo que no necesitara horno, pero igual se viera bien y supiera mejor. Así llegué a esta versión del cheesecake frío, que no solo es más rápido, sino también más ligero al gusto.
El cheesecake tradicional es delicioso, pero esta versión tiene una textura suave que se derrite en la boca, y la acidez natural de los arándanos le da ese contraste perfecto con el dulzor de la mezcla. Si lo pruebas una vez, te aseguro que se quedará en tu recetario para siempre.
@cookasmarvic Les dejo los ingredientes en los comentarios ❤️ ig cookasmarvic ✨ #recetas #recetasfaciles #postres #cheesecake #tiktokhalloween ♬ La Ducha Remix (con Becky G, Tini) - ELENA ROSE & Maria Becerra & Greeicy
Ingredientes (para 6 a 8 porciones)
Para la base:
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1 paquete de galletas de vainilla o tipo María (200 g)
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90 g de mantequilla derretida
Para el relleno:
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400 g de queso crema (a temperatura ambiente)
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1 taza de crema de leche (bien fría)
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1/2 taza de azúcar
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1 cucharadita de esencia de vainilla
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1 sobre de gelatina sin sabor (7 g)
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1/4 taza de agua
Para la cobertura:
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1 taza de arándanos frescos o congelados
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3 cucharadas de azúcar
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1/4 taza de agua
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1 cucharadita de maicena disuelta en 1 cucharada de agua (opcional)
Paso a paso para hacerlo en casa:
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Prepara la base: Tritura las galletas en un procesador o con un rodillo hasta que estén como polvo. Mézclalas con la mantequilla derretida hasta que quede como una masa húmeda. Coloca esta mezcla en un molde desmontable y presiona bien con una cuchara para formar una base compacta. Refrigera mientras preparas el relleno.
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Activa la gelatina: Hidrata la gelatina sin sabor con 1/4 de taza de agua. Deja reposar unos minutos y luego disuélvela calentándola ligeramente (puede ser al microondas 15 segundos o a baño maría). Deja que enfríe un poco.
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Haz el relleno cremoso: En un bowl grande, bate el queso crema con el azúcar y la esencia de vainilla hasta que esté suave y sin grumos. Agrega la gelatina ya disuelta y mezcla bien.
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Agrega la crema batida: Aparte, bate la crema de leche fría hasta que esté espesa (no es necesario que esté muy firme, pero sí aireada). Incorpórala a la mezcla de queso con movimientos envolventes para que no pierda volumen.
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Monta el cheesecake: Vierte esta mezcla sobre la base de galleta que tenías refrigerando. Alisa la superficie con una espátula y lleva a la refrigeradora por lo menos 4 horas (aunque lo ideal es dejarlo toda la noche para que tome mejor consistencia).
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Haz la cobertura de arándanos: En una ollita pequeña, cocina los arándanos con el azúcar y el agua a fuego medio. Cuando empiecen a soltar jugo y hervir, agrega la maicena disuelta si quieres una textura más espesa. Cocina unos minutos y retira. Deja enfriar completamente antes de usarla.
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Decora y sirve: Una vez firme el cheesecake, vierte la cobertura de arándanos por encima y decora con unos arándanos enteros si tienes. ¡Y listo!
Consejos caseros
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Puedes hacer mini cheesecakes en moldes individuales para sorprender a tus invitados.
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Si no tienes arándanos, puedes reemplazarlos por fresas, moras o incluso una mermelada casera.
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¿No tienes queso crema? Puedes usar yogurt griego con un poco más de gelatina (aunque cambia un poco el sabor).
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Si quieres vender este postre, preséntalo en vasitos con tapa: se ven lindos, se conservan bien y ¡son perfectos para llevar!
Un postre con historia
Más allá de la receta, para mí el cheesecake frío representa momentos compartidos. Lo preparé por primera vez para una reunión familiar, y desde entonces me lo piden cada vez que hay cumpleaños o fiestas. También ha sido parte de talleres donde enseño a jóvenes y mamás emprendedoras a preparar postres caseros con bajo costo, pero alto valor emocional.
No se trata solo de mezclar ingredientes, sino de dar un poco de ti en cada paso. Cocinar también es una forma de cuidar, de abrazar con sabor, de crear recuerdos en torno a la mesa.
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